LA EVOLUCIÓN EN LA IGLESIA
Publicado por Movimiento Apostólico Seglar el 2 de junio de 2009 +información-->
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LA EVOLUCIÓN EN LA IGLESIA

Jesús vino a anunciarnos que el Reino de Dios-Padre ya estaba entre nosotros, nunca trató de fundar ninguna iglesia ni religión diferente a la israelita. Jesús llamó a sus conciudadanos y a sus autoridades a la conversión al Reino pero dentro del judaísmo, esperando extender el Reino al mundo.

En la evolución histórica de la Iglesia hay que distinguir entre lo esencial y lo secundario. Del núcleo fundamental de la fe se pueden señalar, entre otros, los rasgos siguientes: creer en Jesús como el Hijo de Dios y salvador del mundo, así cómo sus mandatos del amor, de la eucaristía, de los sacramentos, de la evangelización, de las bienaventuranzas, de la fraternidad de los pueblos y de la liberación de los oprimidos; éstos nunca han variado ni variarán hasta el final de los tiempos. Pero entre lo secundario están: la organización, las prácticas, los planes pastorales, las diferentes espiritualidades, etc.; éstos, siempre, han ido variando a lo largo de los tiempos, unas veces, para adaptar la Iglesia como “sacramento de Dios” a los signos de los tiempos y otras, para proteger intereses jerárquicos y oligárquicos. Veamos algunos modelos de Iglesia que han existido a lo largo de la Historia.

1. MODELOS DE IGLESIA EN LA HISTORIA

Iglesia intrajudía

Una vez muerto y resucitado Jesús, los apóstoles comenzaron la predicación anunciando que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios y salvador del mundo. Aunque los creyentes se reunían en casas para celebrar la Cena del Señor seguían asistiendo a la oración en el Templo de Jerusalén y, con toda seguridad, participarían en las sinagogas los discípulos que residían en otras localidades.

Incluso, cuando todavía no se habían instituidos los cargos eclesiásticos, muy posiblemente, bastantes celebraciones de la ‘Cena del Señor’ estuvieron presididas por mujeres dueñas de casa o animadoras de comunidades. Recordemos que a Jesús le seguían los apóstoles varones y las mujeres discípulas.

Iglesia autónoma

Acabada la guerra judío-romana del año 66-70 d.C. quedó destruido Jerusalén y su Templo, comenzando la diáspora. Al desaparecer el Sanedrín (órgano de gobierno de Jerusalén), el sacerdocio hereditario y el partido de los saduceos, el movimiento de los fariseos asumió el relevo de conducir a los judíos ‘sin tierra ni patria’. Al mismo tiempo las comunidades cristianas fueron creciendo y entrando en conflicto con los judíos, basados en los antecedentes confrontativos en la vida histórica de Jesús. Muchos creyentes fueron expulsados del judaísmo y, como nos cuentan los Hechos de los Apóstoles rechazados y perseguidos; hasta hubo mártires como Esteban y Santiago.

Por otra parte, cada vez fue creciendo más el cristianismo entre los paganos donde hubo que dar prioridad al bautismo frente a la circuncisión, a la fe frente a la Ley, a Jesús frente a Moisés. Al final, las comunidades cristianas para atender al gran movimiento creyente que aumentaba cada vez más entre los gentiles, se organizó a la usanza de la costumbre judía y helena, creándose los cargos de epíscopo (supervisor), presbítero (animador) y diácono (servidor), eligiendo al sucesor de Pedro como ‘primero entre iguales’. Con el tiempo estos cargos terminaron siendo los que tenemos actualmente: Papa, Obispos, Sacerdotes y Diáconos, pero resaltando el ‘cargo’ y minusvalorando el ‘carisma’.

Iglesia de los mártires

Posteriormente Roma, aunque permitía la libertad religiosa, obligaba a todos los pueblos a rendir culto al Emperador además de practicar su propia religión. Al negarse los cristianos a ese chantaje religioso, fueron perseguidos con saña por varios emperadores. Fue la época martirial gloriosamente celebrada por la Iglesia.

Iglesia imperial

A partir del siglo IV el cristianismo fue adoptando el modelo organizativo de la monarquía; convirtiéndose, con Constantino y sucesivos emperadores, en una Iglesia estatal e imperial. Algunos concilios fueron convocados por el emperador y, en muchas ocasiones, decidía el emperador lo correcto y conveniente para frenar las herejías y la división del imperio. Los obispos, de sencillos cristianos perseguidos se convirtieron en importantes y poderosos personajes del Imperio, residiendo en palacios, acumulando cuantiosos ingresos y riquezas, recibiendo honores y tratamientos de ministros.

Como se puede observar la Iglesia, de santa por la gracia de Dios pasó a mantener en su seno dirigentes corruptos y falsos testigos del humilde Jesucristo. Aunque para ser fieles a la verdad, surgieron los santos padres de oriente y occidente, así como religiosas y religiosos contemplativos que dieron una sólida consistencia teológica al cristianismo.

Iglesia cristiandad

La unidad Iglesia y Estado durante el sistema monárquico e imperial de la Edad Media fue total. Unas veces, la jerarquía eclesiástica hegemonizaba las relaciones con la monarquía (clericalismo) y otras, era el rey y su corte los que se imponían sobre la Iglesia (cesarismo). El modelo de Iglesia Cristiandad ha durado prácticamente hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965). En España hubo el Nacional-catolicismo, principalmente, durante el franquismo.

En esta modalidad eclesial de Cristiandad surgieron bastantes escándalos dentro de la Iglesia (llamada a servir y no a ser servida) en gran parte, al estar condicionada por su alianza con el Estado (que da prioridad a sus intereses de poder), entre ellos, destacan: las cruzadas, las guerras santas, la inquisición, la persecución de herejes ya fueran cristianos, judíos o musulmanes, la intolerancia religiosa, la evangelización con la espada, las guerras entre cristianos. Asimismo, el espiritualismo y el clericalismo. En vez de servir a los pobres, cómo Jesús, se trataba de acaparar riquezas, honores y poderes. Aun así, hubo épocas de gran esplendor en santidad y espíritu misionero.

Las órdenes y congregaciones de religiosos, favorecidos por la influencia de la Iglesia en los estados monárquicos, fueron acumulando bienes; así, en la Edad Media, ya eran órdenes poderosas y terratenientes insignes. El voto de pobreza era personal, pero el enriquecimiento era comunitario.

Iglesia pueblo de Dios

Con el papa amble Juan XXIII cambiamos de modelo. El Concilio Vaticano II posibilitó que los cristianos dejamos de acentuar la Iglesia como misterio para afianzarla como pueblo de Dios, cuerpo místico y comunidad de comunidades.

Muchos sectores de la Iglesia, congregaciones religiosas y movimientos laicales comenzaron a renovarse. Obispos que dejaban sus palacios para ir a vivir a casas de barrio; sacerdotes que abandonaban sus cómodos puestos en el primer mundo para ir a misiones entre los pobres del tercer mundo; laicos y religiosos que hicieron una clara opción por los pobres. Se admitió la participación de los laicos (forzados a callar durante 1700 años), la Misa se empezó a celebrarse cara al pueblo y en el idioma que usaban cada comunidad y se estimuló el compromiso por la justicia y la reforma de estructuras.

Iglesia conservadora

Pero una vez desaparecidos los dos papas que protagonizaron el Concilio Vaticano II la curia romana y los sectores conservadores de la Iglesia forzaron a dar marcha atrás. Fuimos los cristianos involucionado, se sancionó a teólogos, presbíteros y laicos progresistas. Todavía se margina a comunidades eclesiales de base mientras se privilegia a los movimientos conservadores.

2. MODELO DE LA IGLESIA QUE QUEREMOS

La humanidad, en la actualidad, está sujeta a la globalización discriminatoria, el capitalismo neoliberal, el postmodernismo relativista, la contaminación ambiental, la lucha de clases a nivel nacional e internacional y las sociedades del conocimiento contra las sociedades del subdesarrollo. Pero al mismo tiempo abundan, democracias, laicismos, defensores de derechos humanos, movimientos de igualdad de la mujer, organizaciones promotoras de marginados… Todos estos signos de los tiempos, negativos y positivos, exigen a la Iglesia un nuevo cambio de modelo si queremos que prevalezca Jesús en el mundo y disminuyan nuestras cómodas costumbres y tradiciones inservibles para evangelizar. Al menos en Europa, la gente se nos va de la Iglesia y los templos se vacían de feligreses.

Iglesia profética

Entre otros, y en fidelidad al Evangelio, se pueden destacar algunos rasgos de este modelo eclesial más conformes con la cultura humanista y civilización libre a la que han llegado muchos pueblos:

Misión. Anunciar a Cristo debe ir unido a la opción por los pobres y la reforma de estructuras injustas, tanto eclesiales como políticas y económicas. No esperar a que vengan, ir nosotros a la gente.

Evangelización. Desde los últimos puestos, desde la humildad, desde la carencia de medios, desde la separación de Iglesia y Estado, desde la renuncia a los privilegios, desde la laicidad, anunciando la Buena Noticia de la liberación y denunciando las malas noticias de las opresiones.

Género. Admitiendo en igualdad de condiciones a los hombres y a las mujeres (hayan optado por el celibato o por el matrimonio), en todos los cargos eclesiales y responsabilidades pastorales –que han de ser elegibles y renovables periódicamente. Es vital la inculturación.

Organización. Si durante el Imperio romano se asumió el modelo monárquico de Iglesia, en el auge del Estado democrático la Iglesia tiene que instaurar la democracia en todas sus estructuras de abajo a arriba. Ha de admitir la pluralidad teológica, pastoral, comunitaria y organizativa.

Universalidad. Desarrollando el ecumenismo, animando a la constitución de una federación de iglesias cristianas, buscando la unidad de todas las religiones en la defensa de la paz y la justicia en el mundo. Eso sí, no presentándonos los primeros y mejores, sino como los últimos y los servidores de todos y todas.

Opcional. Desde el siglo IV hasta nuestros días, la jerarquía de la Iglesia siempre ha estado aliada con las clases dominantes, salvo honrosas excepciones; es hora ya de que nos pongamos del lado de las clases oprimidas, al mismo tiempo que defendemos su dignidad y sus derechos. No caben mediatintas; o se está con los pobres o se está con los ricos, pues “no se puede servir a dos señores”.

Madrid, 1 de mayo de 2009

‘Otra Iglesia es posible’

Pedro Serrano


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