FORMA EN QUE SE MANIFIESTA LA SEGUNDA PERSONA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD AL HOMBRE/MUJER EN 24 DE DICIEMBRE DE CADA AÑO
Publicado por Movimiento Apostólico Seglar el 13 de diciembre de 2007 +información-->
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La diferencia entre un artista y el que no lo es está en que el artista sabe comunicar su rico mundo interior, y el que no lo es no sabe explicar su también rico mundo interior. En este segundo apartado es donde yo me encuentro, y mi deseo es querer expresar algo de lo que llevo dentro y no sé como decirlo.

Hecha la anterior observación, paso a ver si consigo decir algo más o menos coherente.

En el Evangelio de San Lucas, en su Capítulo 2, donde se narra el nacimiento de Cristo-Jesús ¡la Segunda Persona de la Santísima Trinidad!, no nos da excesivos detalles y además nos lo relata con su clásica parquedad, el cual creo deberíamos volver a releer, al menos yo, y quizá también meditar un poquito, ya que sería loable que todos conociéramos más a fondo la realidad de esta manifestación legible e inteligible de Dios

Este es un tema viejo, que tiene su raíz y significado en el Evangelio. Solo que, a lo largo de la historia, fue asumido desde situaciones y factores muy peculiares que nos lo fueron velando y haciéndonos olvidar su auténtico sentido de la realidad, como en las antiguas religiones que están tan repletas de material añadido, que la esencia espiritual ha quedado totalmente oscurecida, dando como fruto esos “Belenes” con luz eléctrica que ponemos en estas fechas, tan bonitos, que son auténticas obras de arte, pero que no representan la realidad. Por tanto, “nos estamos perdiendo en el bosque por culpa del árbol que no nos lo deja ver”, y hemos olvidado que Jesús nació en unas condiciones muy precarias y adversas y, por consiguiente se ha distorsionado, resultando imposible reconocer su significado profundo, y su poder transformador se ha perdido, como es el caso en que nos encontramos hoy, en este momento, ya que ha sido hurtada la realidad, para dar paso a lo apócrifo, a lo lúdico, a lo comercial, a lo mercantilista…

Sin adentrarnos en la trayectoria histórica resulta difícil conocer los intereses y factores que guiaron la impronta que dejaron en la sociedad y en la cristiandad, las formas como fue afrontado y los efectos profundos que quedaron y aparecen hoy en la crucial cuestión del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, ya que esa evolución conlleva cambios, revisiones, conflictos, resistencias…

Al contemplar la manifestación de Dios en su austeridad, nos demanda a todos dejar los prejuicios y extremismos, los enfrentamientos y el doble fundamentalismo y avanzar hacia la autocrítica, el diálogo, la colaboración y la convergencia, para comprometernos en la lucha por una mayor justicia, solidaridad, emancipación, libertad y paz humanas. Y de esta forma intentar ser contemplativos en la acción.

Si somos cristianos hemos de dejarnos de “florituras”, ya que la realidad es mucho más sangrante cuando contemplamos a nuestros hermanos los subsaharianos, norteafricanos, iberoamericanos, asiáticos, es decir, el “tercer mundo”, que mueren en el intento de querer llegar al “primer mundo” (donde no atamos a los perros con longaniza, precisamente) y, si llegan, llegan en unas condiciones precarias, es más, penosas, sangrantes e interpelantes. También el “cuarto mundo”, que llamamos a los pobres que hemos generado en las propias sociedades opulentas del primer mundo. No, nos engañemos. ¡Estos son los amados de Dios!, por lo que no tenemos derecho a olvidarlos ni a ignorarlos y tenemos la obligación de acogerlos, ampararlos y ayudarlos para mitigar en algo el dolor que han experimentado al tener que dejar sus familias, su tierra, su entorno…

El gran problema que tenemos los del “primer mundo” es tan simple y sencillo como que la

pobreza es fea, degradante, denigrante, nos cuestiona, nos molesta, nos repugna…y, por tanto, la rechazamos de plano.

No ocurre lo mismo con los “inmigrantes” que se pasan la vida en la Costa del Sol (Málaga-España) viviendo en suntuosos palacios y a los que les hacemos pomposas reverencias y les ponemos una alfombra roja para que se pavoneen luciendo sus riquezas, las cuales han usurpado a los desheredados, y los han empobrecido. . Como hicieron en Belén de Judá, al aparecer un matrimonio joven, pobre y la esposa a punto de dar a luz un niño, (que era ni más ni menos, ¡qué el Cristo anunciado por los profetas!), y tampoco les admitieron, les rechazaron y les expulsaron de la “buena sociedad”, cerrándoles todas las puertas, incluso las de la posada, porque eran unos pobrecillos.

¡Señor Dios nuestro!. Directamente no te podemos ofender porque no tenemos capacidad para ello, (porque no ofende quien quiere sino quien puede), y nosotros no podemos ofenderte porque no somos más que creaturas y criaturas tuyas, que por tu misericordia somos modelados a imagen y semejanza tuya. Somos tu manifestación material y espiritual.

Señor, tenemos la obligación de pedirte perdón porque en ti vivimos, nos movemos y existimos, y por lo mismo te ofendemos en tus manifestaciones, te ofendemos en nuestros hermanos los hombres, y especialmente los pobres, en nuestros hermanos los animales, en nuestros hermanos los vegetales, en nuestros hermanos los minerales, en nuestra hermana tierra…, la cual estamos degradando y destrozando.

¡Gracias, gracias, gracias!… por habernos dado conocer tu entrada en este mundo, en una humanidad tan egoísta en contraste con tu austeridad, con tu forma de hablarnos, sin alardes teofánicos, sin grandes conmociones de la naturaleza…, con toda naturalidad, como un hombre cualquiera, y además… ¡pobre!.

Por el contrario, nosotros, los del “primer mundo”, somos unos egoístas y unos ladrones que hemos robado el pan a nuestros hermanos y les hemos empobrecido, manteniéndonos, pese a lo que nos has dicho últimamente por medio de la Constitución “Gaudiun et Spes” del Concilio Vaticano II hace 40 años, en ese egoísmo paralizante, con lo que intentamos “justificar” que nosotros particularmente como personas individuales no podemos hacer mucho (o casi nada), pero alimentamos el pecado social entre todos.

En esta humanidad de hoy seguimos, como tus paisanos los belenitas, sin querer hacerte caso como en tu manifestación histórica hace dos milenios en la ciudad de Belén, la ciudad David, de tu estirpe, que te marginaron y te echaron de la ciudad para que nacieras en una covacha donde se refugiaban los animales llena de excrementos y porquerías, donde te dieron los animales lo que te negamos los hombres, su calor y su presencia, que igualmente son expresión del Dios creador.

Señor, danos luz y fuerza para poder contemplarte y corregir esos desmanes con los que, consciente o inconscientemente, estamos dañando a nuestros hermanos los desheredados, los marginados, los pobres, de manera que nos pongamos manos a la obra y nos dejemos de pensar tanto para actuar algo, de forma que actuemos como si tú no existieras pero sabiendo que tú estás ahí.

Señor, injértate en el hondón de nuestro corazón, como hacemos los hombres con las plantas, aun sabiendo que toda incisión produce dolor, para que podamos dar los nuevos frutos de tu amor, como dice el profeta “os cambiaré el corazón de piedra por un corazón de carne”

Luis Martín Tártalo. Md., Diciembre.


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