¿QUÉ EUROPA A LOS COMIENZOS DEL MILENIO?
Publicado por Movimiento Apostólico Seglar el 14 de marzo de 2007 +información-->
-volver a portada

José María García-Mauriño Cristianos por el Socialismo

Declaración de los movimientos católicos de base sobre la Europa del futuro a los cincuenta años del Tratado de Roma En nuestro continente, la colaboración entre los Estados ha iniciado un proceso largo y difícil para hacer realidad el proyecto de la Unión Europea. Es un intento muy positivo en la historia de los últimos decenios. Pero creemos que por ahora es casi imposible construir una Europa que no esté sometida a los dictámenes del Capitalismo. Es muy difícil tratar de gobernar un continente con 27 Estados, incluidos Bulgaria y Rumanía. Hoy por hoy nos encontramos sin Tratado Constitucional que pueda vertebrar social y jurídicamente a Europa, aunque los Jefes de Estado y de Gobierno intentan reelaborarlo bajo la presidencia de Alemania. De todos modos, se trata en estos momentos de la Europa unida casi únicamente por lazos económicos, es decir, la Europa del Euro, del Mercado y de los mercaderes, de las grandes multinacionales, no la Europa de los ciudadanos y ciudadanas. Todavía no estamos unidos por lazos políticos, sociales o culturales. Somos casi 600 millones de europeos, con 109 millones de pobres, 32 millones de parados y 8 millones de inmigrantes sin papeles. Por tanto, apenas se puede decir en la actualidad que existe una Unión Europea. Tal vez, Europa no existe, lo que hay es la cara europea del proyecto norteamericano.

Con ocasión del cincuentenario de la firma del Tratado de Roma, sería deseable que los Estados europeos trataran de indicar qué valores éticos y democráticos y qué posibles estrategias han de diseñar para afrontar el futuro de este rico Continente. Los actuales retos de la Humanidad, el cambio climático, el hambre en el mundo, la pobreza, las guerras, el Sida, la malaria, etc. están ahí palpitantes para hacerles frente y dar una respuesta. No solo los Obispos, sino principalmente todo el pueblo de Dios, la base de los movimientos católicos, deben estar implicados en la elaboración de análisis de la realidad, de documentos e iniciativas que les lleven a una reflexión en profundidad y a un compromiso con la inmensa mayoría de la Humanidad.

1. La situación real de más de dos tercios de la Humanidad que viven con menos de un dólar al día, debe hallarse en el primer plano de todas las preocupaciones. Europa quedaría en un segundo plano. Situamos como punto de partida esa creciente masa de empobrecidos y dominados que se multiplican en nuestro mundo. Europa tiene un papel en el mundo, pero no considerada aisladamente, sino formando parte del resto del planeta, en solidaridad con todos los pueblos del mundo, con especial consideración a los más empobrecidos. No basta con proponer la existencia de una común política exterior, es preciso indicar cuál.

2. Pensamos que Europa puede y debe hacer una serie de cosas: · cumplir una función distinta del pasado, es decir, combatir las causas que producen esos efectos negativos de la globalización neoliberal, de promover un reparto justo y solidario de la riqueza, de tal manera que las relaciones con las grandes instituciones internacionales (Naciones Unidas, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial de Comercio) sea de exigencia de justicia y no de dependencia. · en sus políticas comunitarias, y en lo que respecta a las relaciones Norte-Sur combatir eficazmente la Deuda Externa a fin de establecer a escala internacional, un escenario de justicia y solidaridad. Y para esto, debe realizar una clara ruptura con este sistema capitalista, afirmando su independencia de la mayor potencia global, es decir, EEUU. porque es imposible un capitalismo de rostro humano. Hay que establecer, por consiguiente, una política económica que prime ante todo los gastos sociales de educación, sanidad, vivienda, etc. y se planteen de otra forma completamente distinta los Presupuestos generales europeos. Es decir, que disminuyan sobre todo los gastos militares e impida. cualquier clase de exportación de armas. · Sólo así tendrá fuerza moral para lograr un serio distanciamiento entre las propias estructuras militares y las de EE.UU. No podemos admitir la estrategia de una guerra preventiva y permanente. No estamos de acuerdo con las bases militares que lidera la OTAN y de la que forma parte la UE y en gran medida los propios EEUU. Si es que se logra una profunda reestructuración militar, sería posible que pueda empezar a ser punto de referencia para una política de mediación y de paz en las áreas de conflicto (sobre todo en el Medio Oriente y en África), como con frecuencia se le solicita;

3. Los derechos de la ciudadanía y de los trabajadores y trabajadoras se hallan afirmados en algunos documentos de la Unión Europea, pero por el momento carecen en absoluto de garantías jurídicas En particular, los derechos sociales fundamentales no se hallan garantizados, pues sigue prevaleciendo la ideología propia del sistema neo-liberal. Los problemas planteados por la defensa del estado social no se afrontan con realismo, como para evitar la formación de grandes bolsas nuevas de pobreza entre las clases más débiles (inmigrantes, pensionistas, campesinos/as, desempleados/a, jóvenes, familias numerosas...). La misma igualdad de género no aparece ni tutelada ni garantizada.

4. Los trabajadores y sus familias provenientes de los países extracomunitarios, en nuestro continente, son los “últimos”, de los que habla el Evangelio. Son los últimos que han llegado, pero intentamos que sean los primeros en nuestra consideración. La política de la Unión Europea acerca de todos y todas los/las inmigrantes y de muchos de los países miembro tiene que cambiar radicalmente. Desde luego, no se hallan todavía a la altura de las necesidades y legítimas expectativas tanto de quienes ya han llegado a Europa como de quienes quieren llegar. Esta política es además poco consciente de la aportación a las sociedades europeas de estas nuevas energías.

5. Los poderes criminales de todo tipo van en aumento, facilitados por la globalización de la economía y de la comunicación Además, se extienden por Europa, mientras es muy precaria en las instituciones la conciencia de su gravedad y no existen al respecto intervenciones radicales, amplias y continuadas.

Mientras hacemos estas propuestas para una nueva Europa con el espíritu y la mente animados por elementales valores éticos y democráticos, y también apoyados con las orientaciones del Evangelio, no podemos estar de acuerdo con los pronunciamientos e iniciativas de los obispos católicos para conseguir que, en los textos constitucionales de la Unión Europea y en la próxima “Declaración de Berlín”, se haga referencia a las “raíces cristianas” de Europa e incluso, explícitamente, a “Dios”. Somos conscientes que vivimos en una cultura de la laicidad, y de que otras culturas importantes en la historia de Europa no pueden reducirse a una. Y que el fuerte sello impreso en ella por el cristianismo va acompañado de no pocas sombras. Lo mismo se puede decir de que es un gran logro humano esa clara separación entre ámbito religioso y ámbito civil y cristiano. Se vive en Europa una clara pluralidad de religiones y creencias sin que ninguna tenga el sello de la posesión absoluta de la verdad. Existe además el peligro de que estas reivindicaciones de los obispos muevan a otros a reivindicar también sus propias “identidades”, creándose así incomprensiones y divisiones inútiles a la vez que alejadas de la realidad histórica. Para ser escuchada y acogida, la palabra de Dios no necesita reconocimientos ni ayudas por parte de la autoridad civil, sino que debe ser propuesta por una Iglesia pobre y un ministerio gratuito. Nos parece suficiente la tutela de la libertad religiosa, con toda su manifestación colectiva, como se prevé en el art. 10 de la Carta de los Derechos Fundamentales (Carta de Niza), y no consideramos oportuna la presencia institucional de las iglesias en el funcionamiento de la U.E. (art. 52, punto 3 del Proyecto de Constitución Europea). Creemos también suficiente que las iglesias y sus organizaciones hagan oír su voz según las modalidades ordinarias previstas por el art. 47, de acuerdo con las reglas propias de la democracia participativa.

Consideramos también deseable que los católicos y las católicas de los países europeos comiencen a discutir con toda seriedad y libertad sobre la actual situación de las relaciones Iglesia/Estado, diversas en los diferentes países pero fundadas casi en todos sobre una condición de privilegio con respecto a al Iglesia católica. Nos gustaría que la reflexión se inspirara en la Constitución Gaudium et Spes, particularmente en el n. 76, cuando afirma: “La iglesia... no pone sus esperanzas en los privilegios ofrecidos por la autoridad civil, e incluso está dispuesta a renunciar también a estos privilegios legítimos cuando su uso pueda poner en duda la sinceridad de su testimonio”. Somos conscientes de que se debe someter a debate estas relaciones y que esto lleva también consigo pensar en una Iglesia cada vez más arraigada en la base, en el pueblo de Dios, y menos en su estructura jerárquica. Eso es lo que propuso e inició el Concilio Vaticano II.

Mientras reflexionamos sobre el futuro de Europa a inicios del milenio, en una fase crítica de la historia de la humanidad, somos conscientes de las muchas y grandes responsabilidades directas que pesan también sobre nosotros en el camino ecuménico de las iglesias cristianas, que va avanzando demasiado lentamente, mientras el pueblo cristiano camina frecuentemente por delante de quienes lo guían. Pesa igualmente sobre nosotros la responsabilidad de un diálogo con las religiones, sobre todo con el Islam. La convergencia de las religiones sobre grandes objetivos de ética social común y de convivencia entre los pueblos supondría una extraordinaria aportación para nuestro continente y sus instituciones. Alentados por las palabras del Evangelio, albergamos la esperanza de que una nueva Europa contribuirá a otro mundo posible.

Roma-Berlín-Madrid 25 de Marzo de 2007


sitio alojado en nodo50 creative commons creado con spip