CPS OPINA: ANTE LAS ELECCIONES DEL 20-N
Publicado por Movimiento Apostólico Seglar el 17 de noviembre de 2011 +información-->
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CRISTIANO POR EL SOCIALISMO

OPINA: ANTE LAS ELECCIONES DEL 20-N

El movimiento de CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO quiere expresar su pensamiento ante estas elecciones generales del 20-N. En estas circunstancias, lo que hace la jerarquía de la Iglesia católica es “orientar” el voto de los católicos hacia la derecha. Nosotros, los cristianos de base, “no asÍ”. En este escrito no se trata de orientar nada. Más o menos todos y todas sabemos lo que tenemos que hacer. Somos ya adultos y hemos votado muchas veces. Lo que conviene recordar es que antes que creyentes somos ciudadanos. Y el deber de la ciudadanía en las elecciones, es ante todo un deber cívico, propio de todo ciudadano o ciudadana. Se puede votar Sí, No, en blanco o abstenerse. Son las cuatro formas de participación en estas elecciones democráticas. Se votan listas cerradas y bloqueadas, no hay opción a elegir personas concretas. Se trata de una democracia atada y bien atada. Habría que preguntarse ¿dónde queda la soberanía del pueblo? Da la impresión que desaparece engullida por la soberanía del individualismo y de los poderes fácticos.

Las elecciones generales del próximo 20N llegan en un momento en el que la credibilidad del sistema político, incluyendo la propia Constitución de 1978 está bajo mínimos. La más que previsible victoria del PP se producirá por el hundimiento del voto del PSOE. IU ha participado en muchas luchas y en distintos frentes, pero creemos que no ha logrado ser el referente de izquierdas. Las elecciones son utilizadas por la burguesía para perpetuar su poder político. La historia de los procesos electorales desde la Transición, inscrita en un proceso continuado de debilitamiento de las posiciones de clase, nos muestra con claridad dos hechos: - Los derechos laborales no han hecho más que retroceder, - El programa del Capital es ejecutado fielmente por el gobierno de turno independientemente de sus siglas.

Se hacen estas elecciones en unas circunstancias especiales. Porque nos situamos en uno de esos momentos de cambio profundo, una crisis universal intensa, sociocultural, de valores, económica, política, modelo productivo, relaciones con la naturaleza, modelo energético, comunicaciones, globalización geoestratégica, que algunos han calificado de tsunami por su alcance y aceleración en todos los campos, y que no era previsible con esta intensidad hace sólo unas décadas. Concretamente, en España, vivimos en una Deudocracia, con unos recortes alarmantes gracias a esos draconianos programas de ajuste en materia de relaciones laborales, de recorte de salarios y de pensiones, de avance en las privatizaciones de lo que queda de sector público y de liquidación de prestaciones sociales que están preparando.

La democracia está contaminada por esa enorme desconfianza en que se sitúa nuestra sociedad. Una sociedad en la que lo único que cuenta es ganar dinero, tener poder, ser famoso, a cualquier precio, a golpe de lo que sea, engaños, timos, trampas. Una sociedad del chanchullo generalizado en la que nadie se fía de nadie, en la que nada se da por bueno. Lo que mejor ilustra la situación actual es la absoluta falta de ejemplaridad de la inmensa mayoría de los líderes políticos, no todos, que acompañan su mediocridad con una buena y sustanciosa retribución económica. Por otra parte, alertamos con los problemas reales que sufre la clase trabajadora, como son: los despidos masivos, la desesperanza de los cientos de miles a quienes se les acaba la prestación por paro, los desahucios, la angustia de no llegar a fin de mes, la ausencia de futuro para los/as jóvenes, la explotación cada vez más brutal de quienes trabajan, la destrucción de servicios públicos básicos como la sanidad y la educación, la depredación del medio natural, la opresión específica de las mujeres y, en definitiva, de la barbarie instalada en las relaciones sociales. Nada de todo ello tiene solución en el capitalismo. Se puede decir que el capitalismo y la democracia son casi incompatibles.

La alternativa al capitalismo es el socialismo y creemos que unos paso necesarios para ir llegando a su realización, podrían ser estos: Que la riqueza acumulada en la propiedad privada, ahora en manos de la banca y de las grandes multinacionales, pase a ser propiedad pública, que haya unos servicios públicos, únicos, de calidad, gratuitos universales de sanidad y educación para todos y todas, la igualdad real de hombres y mujeres, una reforma agraria, la derogación de la Constitución monárquica de 1978, la realización efectiva de un Estado Laico, la salida de la OTAN, la negativa al pago de la deuda y la posible salida de la Unión Europea.

Hay que molestarse en pensar cuál es la línea de los partidos que favorecen los intereses de los ricos, y cuál es la línea que defiende los derechos y los intereses de la clase trabajadora, de los pobres, marginados, inmigrantes, todos los excluidos. ¿Con cuál estaría más de acuerdo un cristiano de base? Conviene constatar que existe una corrupción generalizada de personas e instituciones, protagonizada por políticos de cualquier signo. Que existe una desilusión creciente de la ciudadanía por la participación en la vida social, especialmente en la política partidista. Que existe una perversión de la vida política al querer justificar la actuación de las personas con cargo político por el hecho de haber sido elegidas. La legitimidad democrática formal no garantiza la legitimidad moral de sus actuaciones. No parece demasiado ético dar apoyo a candidaturas de personas imputadas en procesos de corrupción.

Con cualquier opción que se tome, conviene saber que siempre será ambigua porque la opción política nunca es pura, siempre habrá que ’mancharse’; no somos ni los justos ni los puros ni los que poseemos una espiritualidad inmaculada. Somos sencillos ciudadanos que quieren tomarse en serio su deber de ciudadanía. No se puede tomar una opción absolutamente clara y diáfana que coincida plenamente con nuestras aspiraciones. Todos sabemos que la Democracia es algo más, bastante más, que votar cada cuatro años. “ le llaman democracia y no lo es!”. Además, conviene recordar que estas elecciones son antidemocráticas al estar regidas por una Ley Electoral que vulnera la misma Constitución.

Hay que ser conscientes de que cualquier voto, en cualquier sentido, puede ser manipulado por las fuerzas internacionales, por los mercados, por las políticas de la UE, en el sentido que por muy buena voluntad que tuviera un determinado partido o coalición, no puede ponerlo en práctica porque esas fuerzas le van a hacer dar media vuelta a su programa.

CPS estima que la transformación social, e incluso el avance parcial en la situación de la clase trabajadora y los sectores populares, dependen de la lucha social y no de los resultados electorales. Estos, en el mejor de los casos, reflejan los avances producidos en la lucha de clases.. El gasto de recursos y de esfuerzos que exige una campaña electoral no tiene sentido emplearlos en conseguir unos cuantos miles de votos, máxime cuando la lucha social entra en momentos álgidos y todas las fuerzas son pocas. Todo ello, teniendo presente la vigencia de una drástica legislación represiva, una Ley de Partidos. Una ley que excluye a determinadas fuerzas del juego político y electoral, en un momento tan grave como el actual, cuando los partidos políticos institucionales se disfrazan de oponentes para mejor vender su mercancía.

CPS advierte que no existe un sentido específicamente cristiano en estas elecciones. Tenemos que recordar que somos levadura en la masa. Y la levadura se disuelve en la masa para que fermente en un pan sabroso. La sal se disuelve en la comida para darle sabor. Nuestra aportación en esta ocasión, es claramente cívica y política. El voto es un acto político, no moral, ni requiere motivaciones morales. Pero, somos conscientes de que, desde nuestra fe, construimos el Reino de Dios, aquí y ahora, en las estructuras políticas y sociales de nuestro país. Nuestra fe tiene una dimensión histórica. Se sitúa en el tiempo y en el espacio, no en las nubes. En España y en el siglo XXI. Sin embargo, sí podemos hacer una denuncia de lo injusto de unas leyes electorales y la situación tan inhumana en que nos sitúa esta crisis producida por este capitalismo que no cesa, y una afirmación de lo que favorece la construcción de una sociedad más justa, democrática, libre y participativa. Y eso es muy cristiano y pertenece a la iglesia profética.

Madrid 8 de Noviembre de 2011


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