PASCUA CRISTIANA
Publicado por Movimiento Apostólico Seglar el 8 de mayo de 2011 +información-->
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La esencia del cristianismo es la fe en la resurrección de Jesús, el Cristo.

Cambio de paradigma

Los teólogos se esfuerzan en aclararnos ciertas cosas que tienen que ver con este gran acontecimiento mundial. De Jesús resucitado nos hablan los 27 libros del Nuevo Testamento. Si Jesús murió hacia el año 30 de nuestra era, los cuatro evangelios se escribieron desde el año 65 al 95 dC. Los discípulos escritores los redactaron motivados por la fe, para ayudar a la fe de los cristianos y en defensa de la fe en Cristo Jesús.

Los evangelios no son biografías históricas; están hechos conforme a categorías literarias de la cultura antigua (ingenua, simbólica, mitológica y animista); es decir, creían en fantasmas, apariciones de muertos, espíritus que provocaban males o bienes a las personas, ángeles capaces de romper las leyes del orden natural de la creación )milagros). Pero en el siglo XX-XXI, ha habido un cambio radical de paradigma, impera la cultura moderna (madura, natural, racional y científica). Hay que reinterpretar, pues, el Nuevo Testamento según las categorías literarias actuales. La Biblia no es un dictado divino, sino un proceso histórico de reflexión religiosa en colectividad.

A Dios le descubre Moisés en su propio afán de liberar a los hebreos; Oseas en sus personales sentimientos de perdón a su adúltera mujer (Torres Queiruga); es decir, en los signos de los tiempos y lugares. Hay, hoy día, un dilema: el divorcio entre la religiosidad nacida de una lectura literalista y fundamentalista de la revelación bíblica correspondiente a la Antigüedad, y la nueva reinterpretación de las Escrituras conforme a la Modernidad, más capacitada de captar la verdad sobre la resurrección de Jesucristo.

Muerte y Resurrección

La muerte de Jesús, fue un hecho histórico; lo vieron amigos, enemigos e indiferentes. Sin embargo, su resurrección fue un hecho escatológico; lo creyeron sus discípulos y discípulas. El mismo Dios Uno y Trino, la resurrección de Cristo y la vida eterna para la humanidad, ni se ven, ni se oyen, ni se tocan, ni se comprenden; solamente por la fe, los cristianos pueden afirmar que Cristo resucitó y con él resucitaremos los seres humanos.

La muerte de Jesús, nunca la pudo querer Dios-Amor para su Hijo, ni necesitarla para calmar su ira (inexistente) por el pecado de la humanidad, pues Dios redime no por castigo sino perdonando misericordiosamente. Cristo nos hubiera redimido igual si hubiera muerto por enfermedad natural. Jesús fue víctima de los poderes asesinos de religiosos, políticos y enriquecidos de su época, que temían a Jesús, a su movimiento de discípulos y a su coherente mensaje de liberación de los oprimidos y explotados. Había que mantener la sociedad clasista.

Antes de Pascua, ya se creía en la resurrección de los muertos afirmada en la época de los Macabeos (unos 150 años a.C.), Los mismos discípulos y discípulas en la convivencia con Jesús estimaron que una persona tan genialmente ligada al Padre, a la comunidad y a los pobres, no era posible que la muerte ni la maldad acabaran con él. Al parecer el mismo Cristo les habló de su resurrección. Después del tremendo y escandaloso martirio de la cruz, esos recuerdos fueron lentamente creciendo en la mente de los desmoronados apóstoles hasta ser una fuerte y alegre claridad interior irresistible (según los evangelios, apariciones).

Cristo vive, ha resucitado, está con nosotros de una manera nueva pero real. Lo que hay que hacer, acordaron los apóstoles, es lo mismo que hacíamos durante su vida histórica: convivir con Jesús, fortalecer la asamblea de creyentes, celebrar cena del Señor y anunciarle a los pueblos, al mismo tiempo que nos preocupamos por ayudar a los pobres y trasmitimos su perdón a los arrepentidos.

La tumba y las apariciones

Los exégetas manifiestan, que el físico de Jesús se corrompería como los de cualquier difunto; pero su personalidad adquirió, por la gracia de Dios, unas nuevas dimensiones imposibles de comprender pero si de creer. La tumba vacía es, pues, una forma de explicar lo inexplicable, pero aunque siguiera el cadáver de Jesús en la tumba (fosa colectiva o santuario personal), creemos que la resurrección de Jesús, aunque no se vio, es un hecho escatológico incuestionable.

Las apariciones físicas de Jesús a sus discípulos, no son posibles pues su cuerpo resucitado no se puede captar; son visiones internas, formas de expresar: Jesús vive de manera nueva. Ya está con su Padre-Dio; afirman que Jesús no es un fantasma, no es un ser divino con apariencia de hombre. Jesucristo es hombre y Dios verdadero, que murió a manos de malvados y resucitó por la fuerza de Dios. Así inauguró un mundo nuevo, donde los explotadores de este mundo terreno no puedan corromperlo. La resurrección de los murtos es dar la debida justicia a los empobrecidos. +++

Pedro Serrano Garcia


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