LA MARAVILLOSA CREACIÓN
Publicado por Movimiento Apostólico Seglar el 22 de marzo de 2011 +información-->
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LA MARAVILLOSA CREACIÓN

Ideas sobre el Universo -En la Antigüedad, La creación era vista en tres pisos: en la planta intermedia, la Tierra (lugar de los humanos); en la planta baja, el infierno (lugar de los malignos) y en la planta alta, el cielo (lugar de los dioses). Se concebía a la Tierra fija como el centro del firmamento. El Sol, la Luna y las estrellas girando a su alrededor.


 Ya con Copérnico, El Sol era el centro, mientras los planetas con sus satélites giraban elípticamente sujetos por la gravedad.

-Más tarde, El universo se amplía a nuestra galaxia espiral Vía Láctea, con miles de estrellas. El sistema solar de tipo medio se situaba en uno de los brazos galácticos alejados del centro donde se supone existe un gran agujero negro.

-Modernamente se llega al descubrimiento del universo en expansión con miles de millones de galaxias, donde cada una contienen miles de millones de estrellas y planetas.

-Algunos científicos imaginan la existencia de múltiples universos. Pero de momento eso es ciencia ficción.

¡Hágase el Universo! La creación en la antigüedad

Hay cristianos que todavía interpretan la Biblia literalmente, se equivocan; pues hay que analizarla simbólicamente en muchos de sus contenidos. En concreto, cuando se escribió el libro del Génesis, no existían las ciencias tal como las concebimos hoy. Por ello, en la cultura antigua, se Interpretaban la creación (estática), mirando al cielo y a la tierra.

Lo que veían era: hay un orden cósmico a partir de un caos supuestamente anterior. El día y la noche, el firmamento y nuestro planeta, tierra seca y mar, vegetación y frutales, sol y luna y estrellas, peces y aves, animales y ganado. Y por último el ser humano semejante a Dios (Gn 1,1-31). Los creyentes antiguos, tras de esos prodigios de la naturaleza que contemplaban a simple vista, supieron intuir genialmente a Dios como creador del Cosmos.

La Biblia muestra una realidad, en cuanto a la creación del ser humano (Eva y Adán no son la primera pareja, sino arquetipos representantes de la humanidad): como bondadoso es verdadera imagen y semejanza de Dios-Amor (es feliz en armonía con Dios, con el hombre y con la naturaleza) (Gn 2,5-23). Pero como débil cae frecuentemente en actitudes de egoísmo, cobardía, dominación (sufre al romper la armonía con Dios, la comunidad, y la naturaleza). El trabajo agrícola, si vive en paz con sus hermanos, es fuente de bienestar y de vida (simbólicamente se expresa en el jardín del Edén). Pero ese mismo trabajo es forzado y costoso, si el hombre es orgulloso, ambicioso y conflictivo contra sus hermanos (el símbolo usado es la expulsión del jardín de Dios) (Gn 3,1-21).

A Dios nunca se le ha visto, ni le vemos ni le veremos; existe misteriosamente tras de cada cosa y ser, tras del conjunto creado. Se llega a él por la fe, nunca por la ciencia. Pero la Biblia, inspirándose en el trabajo y formas de vida de los pueblos antiguos, muestra a Dios creador a través de diferentes imágenes: como Diseñador, Artesano, Alfarero o Arquitecto (aquí se muestra un universo estático) Asimismo, Dios es creador como Jardinero o Gobernante-Rey, Palabra o Sabiduría, Padre o Madre (expresiones más dinámicas del cosmos). La imagen como Espíritu, es la más fecunda, real y vital (muestra a Dios-Creador del mundo y de la humanidad, envuelto en el misterio más absoluto).

La creación en la modernidad

Pero en este siglo XXI, con una cultura científica y tecnológica muy desarrollada, a través de perfectísimos telescopios terrestres y espaciales (para ver lo grandioso), junto con los microscopios (para ver lo pequeñísimo) nos muestran datos sorprendentes sobre el universo, el átomo y el hombre que en la cultura antigua no percibían. Por eso podemos afirmar:

El universo en expansión, junto con el espacio-tiempo, surgió de un átomo energético primordial muy caliente y muy compacto, hace 13,730 millones de años. Por su fuerza expansiva y evolutiva, a medida que se enfriaba, las partículas se fueron uniendo hasta formar átomos de materia-energía con un grosor de una mil millonésima parte del metro (invisibles). Después que la materia (ligeramente mayor) venció a la antimateria (insignificantemente menor), y a medida que seguía el enfriamiento del Universo, los átomos se fueron aglutinando hasta que, unos 300 millones de años posteriores al Big Bang, fueron apareciendo galaxias, estrellas y planetas: 4,5% (universo visible); además la materia oscura: 24% y energía oscura: 71,5% (universo invisible). De la explosión de las grandes estrellas, surgen los agujeros negros (tragadores de gases, materia, planetas, astros y luz).

Actualmente se conciben más de cien mil millones de galaxias, y cada una tendrá unas cien mil millones de estrellas, muchas de ellas con sus planetas; hoy prosigue la expansión y la evolución. Las distancias son astronómicas. Considerando que la velocidad de la luz en el vació es de 300.000 km por segundo, nuestra galaxia Vía Láctea (en espiral) su diámetro mide unos 100.000 millones de años luz. La distancia de la Tierra al centro de nuestra galaxia, es de 30.000 millones de años luz. El Sol tiene 8 planetas con la Tierra; además 62 satélites, e infinidad de asteroides y cometas. La distancia del Sol a la Tierra es de unos 150 millones de kilómetros; por eso la luz tarde unos 8 minutos. ¡Fantástica la creación! Aun hay más. La evolución continúa. Hay científicos que imaginan (aunque no hay datos) la existencias de miles de millones de universos. ¡Inconcebible!

El universo es producto de la combinación del azar y la ley natural. Nosotros los cristianos que aceptamos la fe y la ciencia, también así lo vemos. Pero, ello no nos impide creer que Dios-Amor, es único y verdadero, es el creador de esos portentos fascinantes que son el cosmos, la vida y el hombre.

El Sistema solar. El Sol y sus 8 planetas, surgieron hace unos 4.500 millones de años de una inmensa nebulosa de gas estelar procedente de una supernova (explosión de gran estrella). El Sol, con un diámetro ecuatorial de 1.400.000 km, tiene un temperatura en su núcleo central de 14 millones de ºC, y contiene el 80% de la materia del sistema solar. La vida sobre nuestro bellísimo planeta Tierra apareció hace unos 3.500 millones de años. De la evolución de las especies en la Tierra, hace 6 millones de años aparecieron los homínidos; de éstos surgieron, 2,3 millones de años después, los homos (habilis y rudolfensis, erectus y ergaster, antecesor, heidelbergensis, neardental y, por último, sapiens). “¡Cuántas son tus obras, Señor! Todas las hicisteis con sabiduría” (Sal 104,24).

¡Hágase el ser humano!

Los seres humanos modernos (homos sapiens), que proceden de los homos, tienen en la Tierra unos 200 mil años. Somos pues unos recién llegados al universo (dinámico) que, en evolución permanente, sigue en expansión acelerada.

El cuerpo del ser humano, posee la molécula del ADN en doble hélice compuesta de genes, está situada en el centro de la célula. El ADN tiene la propiedad, por su código genético, de reduplicarse, de una célula en miles de millones de células y varios cuatrillones de átomos. ¡Asombroso! Es válido, pues, para la vida y la reproducción, entre otras cosas.

El cerebro humano, es el más desarrollado del que poseen todas las especies vivas; tiene varios cientos de miles de millones de neuronas, conectadas con otras tantas neuronas mediante 100 billones de uniones sinópticas. Las señales eléctricas se transmiten a través de esta red neuronal. El número de conexiones entre ellas es mayor que el número de átomos en el Universo. Un solo ser humano posee un grado de organización superior al de mil galaxias inertes. El cerebro, pues, es un espléndido órgano para que la mente piense, conozca y ame.

¡Verdaderamente impresionante!

Luego el cuerpo y el cerebro están organizado en niveles: partículas y átomos (inertes); células, moléculas, genes y órganos –como el hígado y el corazón– (vivos); para acabar en el organismo humano que es persona creada por Dios a través de la evolución de la materia y la vida. La dignidad humana. El ser humano (mujer y varón) es un microcosmos, es personal y social. Dotado de una inteligencia superior a todos los seres creados, con una conciencia para percibir al universo, a la humanidad y al mismo Dios, está llamado a conocer y respetar el maravilloso equilibrio medioambiental del cosmos y de la Tierra, al mismo tiempo que se sirve de ellos. Hoy se reconoce a cada uno de los seres humanos: dignidad de persona, derechos fundamentales, libertad y capacidad de amar. Es imagen y semejanza del Creador; es hijo de Dios.

No se hizo el hombre para el universo sino el universo para el hombre. La materia fue creada para dar paso a la vida en la Tierra; y, la vida fue proyectada para el advenimiento del ser humano. Dios, misteriosamente tras de la existencia evolutiva de la creación, conduce todo pero respetando la dinámica propia del universo. ¡Asombrosamente genial! Milagrosa combinación de azar y ley

¿Estamos solos en el universo?

Hay científicos que así lo aseguran, pero con capacidad progresiva de ir conquistando el sistema solar y las estrellas más cercanas con sus planetas. Además, el ser humano irá conociendo y sirviéndose más del universo. Otros conciben vida posible en otro de los miles de planetas existentes en la Vía Láctea o en otras galaxias. Hasta ahora, la investigación astrofísica no ha encontrado rastros de vida fuera de la Tierra. De momento, los 6.500 millones de habitantes terrenales, somos los únicos seres inteligentes en el grandioso universo en expansión.

La lotería de la vida. Para que haya sido posible la existencia del ser humano, entre los trillones de trillones de casualidades que se han dado en estos 13.730 millones de años de existencia del Cosmos, en el marco de las leyes naturales, señalamos algunas como muestra: Si la gravedad fuese un poco más fuerte, los planetas, incluida la Tierra, quedarían engullidos por el Sol; luego nunca existiríamos. Si fuese la gravedad menos intensa, hubiera salida disparada la Tierra y los planetas hacia el espacio, sin que se dieran las condiciones para el desarrollo de la vida y del ser humano. Si después del Big bang, la materia (un poco mayor) hubiera sido igual o menor que la antimateria que se destruyeron mutuamente, no hubiese habido materia para la existencia de nuestro universo ni tampoco nosotros. Si el Sol fuese más grande o pequeño, más caliente o más frío, estuviese más alejado o más cercano a la Tierra, sería imposible la vida en nuestro planeta azul.

Si en la evolución de la Tierra no hubiese aparecido la capa de ozono que nos protege de los rayos solares ultravioletas, no habría vida. Si la Tierra, hoy día, fuese más fría o más caliente, no habría vida, tampoco, Sin el equilibrio atmosférico, sin oxígenos, sin el mar líquido y el agua potable, sin las estaciones, sin los polos helados, sin un núcleo terrestre muy caliente, sin las placas tectónicas, sería imposible la vida, ni siquiera microscópica.

Existen estrellas gigantes de cien a mil veces mayores que el Sol, que al acabarse el combustible de hidrógeno, se compactan por la gravedad hasta el punto de explotar en una supernova, esparciendo por el espacio los elementos químicos producidos en su interior. Una de estas supernovas dio origen a la nebulosa en la que se formó nuestro sistema solar de segunda generación, así como la constitución de la Tierra con esos elementos químicos que facilitaron el desarrollo de la vida y el hombre. Si el Sol y la Tierra, en vez de estar a las afueras de la Vía Láctea, estuviese en el medio o cercana al Centro, hubiese sido imposible la vida y el ser humano.

La vida de los seres humanos, pues, depende de un hilo, de una enormidad de casualidades. Cualquier pequeñísimo desequilibrio o un accidente natural, acabaría con nuestra existencia; ya sea, el choque de un asteroide, el paso de una estrella cercana a la Tierra, la expansión del Sol... Asimismo, la extinción puede llegar de la acción irresponsable del ser humano. La destrucción del medio ambiente, una guerra nuclear…

El destino final. Toda la humanidad y el universo mismo, tienen una meta final: DIOS. Pablo dice que “la creación misma espera anhelante que se manifieste lo que serán los hijos de Dios” (Rom 8,19). Eso ocurrirá en la nueva creación que Cristo realizó para nosotros donde conviviremos eternamente con Dios. Ver y amar a Dios “cara a cara” y a todos los resucitados, es la salvación que Cristo con su muerte y su resurrección alcanzó para la humanidad.

Con san Agustín, también nosotros afirmamos: “Nos hiciste, Señor, para ti, y está inquieto nuestro corazón hasta que descansemos en ti”. Observando el grandioso universo creado por Dios, no podemos menos que exclamar: “¡Qué maravillosas son tus obras Señor!” (Sal 104,24-30).

Escandalosa contradicción

Pero vivimos los hombres en una permanente contradicción, si por un lado manifestamos solidaridad con los pobres y fraternidad con los pueblos; por otro, están las clases dominantes que perversamente desencadenan guerras, miserias y opresiones.

Amar a Dios y a las personas, exige nuestro compromiso para transformar el sistema capitalista-imperialista de brutal en humano y de humano en divino, según el corazón solidario de Jesús.

Luego el culto a Dios, hay que dárselo, 1º sirviendo a los seres humanos, especialmente a los más necesitados; 2º mediante el trabajo creador de riqueza y bienestar para todos; 3º en el reparto y participación general de los pueblos y la humanidad de los bienes naturales y productos tecnológicos; y, 4º en las celebraciones religiosas. El problema de los creyentes es que nos dejamos llevar de la atención a la liturgia sin atender responsablemente las otras obligaciones de servicio, trabajo y reparto. Los pueblos necesitan profetas (religiosos) y reformadores (sociales) que nos ayuden a implantar la justicia.

Pedro Serrano Garcia


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